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Controlando la narrativa: La hasbara contemporánea, la propaganda digital y la psicología de la percepción en el conflicto Israel-Palestina

En los conflictos modernos, la información ya no es solo el telón de fondo de la guerra: es la guerra. Las imágenes, las palabras, los hashtags y los algoritmos funcionan ahora como armas con la misma certeza que las bombas y las balas. El campo de batalla no es solo Gaza, Cisjordania o las salas de la ONU: también es la pantalla de tu teléfono, tu feed de noticias y tus reflejos emocionales. La lucha no es solo por el territorio, sino por la verdad, la memoria y la percepción moral. Y en esta arena, el sistema de propaganda de Israel —conocido como hasbara— ha emergido como una de las operaciones narrativas más avanzadas y agresivas del mundo.

Tradicionalmente traducido como “explicación”, la hasbara se presenta como diplomacia pública: un esfuerzo por “aclarar” las acciones de Israel ante la comunidad global. Pero en la práctica, funciona como una operación integral de influencia psicológica y digital respaldada por el Estado. Su objetivo no es solo persuadir, sino controlar la historia —quién se ve como víctima o agresor, legítimo o criminal, humano o desechable.

En los últimos dos años, en medio del asalto intensificado de Israel a Gaza y el auge global del activismo digital, la hasbara ha entrado en una nueva fase. Ya no se limita a comunicados de prensa o medios estatales; ahora opera a través de algoritmos, redes de influencers, campañas de desinformación y aplicación corporativa. Plataformas como X (anteriormente Twitter) y TikTok, una vez imaginadas como espacios democratizadores, se han convertido en campos de batalla digitales donde la visibilidad del sufrimiento —y la legitimidad de la resistencia— está sujeta a la eliminación algorítmica.

Al mismo tiempo, poderosos multimillonarios como Larry Ellison, quien ahora ejerce una gran influencia sobre tanto TikTok como los medios tradicionales a través de Oracle y Skydance/Paramount, imponen la conformidad ideológica de arriba hacia abajo. Las voces pro-palestinas se silencian cada vez más, no solo por la censura estatal, sino por políticas de empleadores, supresión algorítmica y manipulación psicológica incrustada en las mismas plataformas que usamos para entender el mundo.

Pero a pesar de todo esto, la verdad persiste.

Los testimonios de testigos oculares, los archivos digitales y la conciencia global han comenzado a resistir y romper la ilusión de la hasbara. El objetivo de esta obra es documentar, exponer y equipar a los lectores con las herramientas para entender y desafiar esa ilusión —antes de que se convierta en la realidad misma.

La evolución de la hasbara: De la diplomacia de la Guerra Fría a la dominación digital

“Hasbara” (הסברה) significa literalmente “explicación” en hebreo. En la superficie, implica aclaración o diplomacia pública: el esfuerzo de Israel por “explicarse” al mundo. Pero la hasbara no es solo explicativa; es performativa, preemptiva y manipuladora. Es un marco de propaganda coordinado diseñado para controlar las narrativas globales sobre Israel, particularmente en el contexto de su ocupación de Palestina.

A diferencia de las relaciones públicas tradicionales, la hasbara es militarizada e institucionalizada, arraigada en el Estado de seguridad y practicada a través de plataformas, idiomas y disciplinas. No se trata de ganar un debate: se trata de definir los términos de la realidad antes de que comience el debate.

Los orígenes: De la defensa sionista a la propaganda estatal

Las semillas de la hasbara se plantaron mucho antes de la fundación de Israel en 1948. Los líderes sionistas a principios del siglo XX reconocieron la importancia de moldear la opinión pública occidental. Figuras como Chaim Weizmann y Theodor Herzl no eran solo diplomáticos, sino emprendedores narrativos, trabajando para convencer a las élites británicas y estadounidenses de que el sionismo era un proyecto moderno y civilizador en lugar de uno colonial.

Después del establecimiento del Estado israelí, la hasbara asumió un rol más formal. A lo largo de la Guerra Fría, los funcionarios israelíes enmarcaron al Estado como un puesto liberal de democracia en una región árabe hostil, alineándose con los valores estadounidenses y los temores occidentales de la influencia soviética.

Los objetivos clave tempranos de la hasbara incluyeron:

En cada uno de estos períodos, la hasbara se apoyó en la prensa occidental, aliados diplomáticos e instituciones de la diáspora judía para amplificar la versión israelí de los eventos. Retrato a Israel como pequeño, sitiado y moralmente superior —a pesar de poseer un poder militar abrumador.

Institucionalización: El auge de la burocracia hasbara

En las décadas de 1970 y 1980, la hasbara se formalizó dentro del Estado israelí. El Ministerio de Asuntos Exteriores, el Ministerio de Asuntos Estratégicos y las unidades de portavoces de las FDI desarrollaron cada uno alas de propaganda enfocadas en moldear la opinión internacional.

Los desarrollos clave incluyeron:

Esto no se trataba solo de poner a Israel en buena luz: se trataba de delegitimar la resistencia palestina, reformular la crítica como antisemitismo e influir en la toma de decisiones políticas en las capitales occidentales.

El manual de hasbara: Propaganda en la práctica

En la década de 2000, la hasbara se movió más allá de la diplomacia tradicional hacia influencia en los medios masivos y técnicas de desinformación. Un artefacto clave de este período es el “Manual de Hasbara”, una guía ampliamente circulada entre defensores de Israel en la era temprana de internet.

El manual delineaba estrategias retóricas como:

Estas tácticas no se limitan a actores estatales. Ahora se diseminan a través de grupos estudiantiles, organizaciones de la diáspora y voluntarios en línea, formando un ejército global de propagandistas digitales.

Hasbara 2.0: El pivote digital

La verdadera transformación llegó en la década de 2010 y se aceleró en la de 2020. A medida que los medios tradicionales perdían influencia y las redes sociales ganaban dominio, la hasbara pivotó. Comenzó a enfocarse en campañas de influencers, moderación con IA, ingeniería algorítmica y desinformación digital en tiempo real.

Los desarrollos clave incluyen:

Estos esfuerzos culminaron en lo que los analistas llaman Hasbara 2.0 —un régimen de propaganda adaptado a la era de las plataformas, donde la velocidad, viralidad y manipulación emocional importan más que los hechos o las políticas.

Plataforma como propaganda: Cómo la hasbara capturó X (anteriormente Twitter)

Cuando Elon Musk adquirió Twitter a finales de 2022 y lo renombró X, la plataforma entró en una nueva fase ideológica. Comercializada como un refugio para la “libertad de expresión”, X evolucionó rápidamente a algo mucho más partidista: un campo de batalla para la guerra de información alineada con el Estado, donde el aparato hasbara de Israel encontró terreno fértil para amplificar sus mensajes, suprimir el disenso y moldear la percepción pública del conflicto Israel-Palestina en tiempo real.

Aunque Twitter ha tenido problemas de sesgo y asimetrías de moderación durante mucho tiempo, la era post-Musk marca una escalada dramática en la ingeniería narrativa adyacente al Estado —con el gobierno israelí, las FDI y redes afiliadas aprovechando plenamente los cambios de la plataforma, simpatías de liderazgo y opacidad algorítmica para atrincherar una perspectiva dominante.

De plataforma a proxy: Cómo X se alineó con los objetivos de hasbara

Inmediatamente después de los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023 y el asalto subsiguiente de Israel a Gaza, las operaciones de hasbara entraron en sobrevelocidad. Al mismo tiempo, X se volvió estructuralmente alineada con estos esfuerzos:

Sesgo algorítmico

Endosos de Elon Musk

Ajustes de política que favorecen la censura

Juntas, estos cambios estructurales crearon lo que los usuarios comenzaron a llamar un “Feed de Hasbara” —una versión manipulada de la realidad donde solo un lado de un conflicto brutal era consistentemente visible, y la empatía por el otro era desalentada algorítmicamente.

Brigadas digitales e inundación de contenido

El éxito de la hasbara en X nunca ha dependido solo de algoritmos. La intervención humana —a menudo coordinada— ha jugado un rol mayoritario.

Brigadas digitales:

Estrategia de inundación:

Esta práctica es ayudada por asociaciones estatales. El gobierno israelí ha documentado inversiones en propaganda en redes sociales, incluyendo:

Enmarcado narrativo: De la victimización a la justificación moral

La transformación de X en un amplificador de hasbara también ha cambiado el enmarcado narrativo del conflicto:

Estos enmarcados se amplifican a través de:

De la moderación a la manipulación: La muerte de la neutralidad de la plataforma

X ya no es una “plaza del pueblo”. Es un sistema de información militarizado, donde el engagement se diseña, la visibilidad se controla y el disenso político se gestiona a través de código y coerción.

Esto marca un precedente peligroso —no solo para el conflicto Israel-Palestina, sino para la democracia y los derechos digitales globales. Cuando un lado de una guerra disfruta de protección algorítmica de espectro completo —y el otro enfrenta deboosting, prohibiciones y difamación— el resultado no es debate. Es consentimiento manufacturado.

TikTok y la doctrina Ellison: Influencia, ideología y captura de plataformas

A principios de la década de 2020, TikTok emergió como la plataforma cultural y política más poderosa para la Gen Z. Con más de mil millones de usuarios globales y más de 150 millones en EE.UU. solos, TikTok se convirtió en un espacio donde las narrativas globales no solo se compartían: se sentían. En tiempos de guerra, revueltas o injusticia, sirvió como línea frontal de testimonio visual: rápida, sin filtros y emocionalmente directa.

Es precisamente este poder crudo lo que hizo de TikTok una amenaza —para gobiernos, corporaciones y regímenes narrativos poderosos como la hasbara.

Inicialmente, el escrutinio estadounidense de TikTok se centró en la privacidad de datos y temores de influencia del Partido Comunista Chino, debido a su propiedad por el gigante tecnológico chino ByteDance. Sin embargo, en 2025, esa preocupación se “resolvió” cuando se vendió una participación del 80% en las operaciones estadounidenses de TikTok a un consorcio de inversores estadounidenses, con Oracle —dirigida por el multimillonario pro-Israel Larry Ellison— tomando la delantera en la supervisión de la algoritmo y la infraestructura de datos de TikTok.

Sin embargo, lo que siguió no fue una restauración de neutralidad o libertad cívica.

En cambio, TikTok se convirtió en otro brazo de aplicación ideológica, particularmente alineado con intereses estatales israelíes, narrativas de política exterior estadounidense e influencia cultural de multimillonarios.

La compra que reemplazó un imperio por otro

En septiembre de 2025, bajo presión bipartidista y a través de una orden ejecutiva de la era Trump, las operaciones estadounidenses de TikTok fueron efectivamente incautadas y entregadas a las élites tecnológicas estadounidenses. Oracle de Larry Ellison tomó control de la gobernanza de datos y la supervisión algorítmica —una decisión celebrada por halcones de seguridad nacional y medios comerciales.

Pero al intercambiar la influencia estatal china por el imperio ideológico de Ellison, EE.UU. no “despolitizó” a TikTok: simplemente redirigió la lealtad de la plataforma. Y esa lealtad no es neutral.

Ellison no es solo un hombre de negocios. Es:

En resumen, la influencia de Ellison abarca:

No solo está moldeando el sistema de información: lo posee.

La doctrina Ellison: Control ideológico como cultura corporativa

Tras la escalada de la guerra de Gaza a finales de 2023, comenzaron a surgir informes internos de Oracle. Estos revelaron un inquietante cambio en la cultura corporativa bajo la influencia de Ellison, particularmente a medida que Oracle se posicionaba para tomar el control de las operaciones de TikTok.

Los desarrollos clave incluyeron:

Estas prácticas no reflejan solo sesgo: evocan condicionamiento autoritario: la idea de que la desviación de una cosmovisión pro-Israel es un síntoma de inestabilidad, confusión o deslealtad.

Este entorno escalofriante se reflejó en cambios en TikTok mismo.

Censura en TikTok: Silenciosa, dirigida y efectiva

Desde que Oracle asumió el control del algoritmo e infraestructura de TikTok, los usuarios han reportado una gama de tácticas de supresión que afectan a las voces pro-palestinas:

Declive de visibilidad

Acciones dirigidas a cuentas

Promoción de propaganda

Esta asimetría de contenido refleja dinámicas similares observadas en X —pero el alcance de TikTok entre usuarios más jóvenes lo hace especialmente peligroso. La plataforma se ha convertido en un terreno de preparación ideológica, donde la visibilidad selectiva dicta los límites morales de lo que se ve como normal, aceptable o “correcto”.

De la neutralidad algorítmica a la guerra ideológica

TikTok una vez se vio como una plataforma que ofrecía voces subrepresentadas —incluyendo palestinos— un lugar para ser escuchadas. Era el escenario para:

Pero bajo Oracle y Ellison, la alineación ideológica de la plataforma está cambiando. Esto no se trata solo de visibilidad: se trata de codificación de valores:

Esto es ingeniería narrativa a escala —y se realiza bajo la apariencia de “moderación de contenido” y “seguridad de marca”.

El imperio mediático de Ellison: Reforzando el muro narrativo

La captura de TikTok es solo un nodo en la estrategia más amplia de consolidación mediática de Ellison. A través de Skydance Media y su adquisición de Paramount Global, la familia Ellison ahora controla:

Junto con Oracle y TikTok, la influencia de Ellison abarca casi cada medio principal de consumo de información, desde programación infantil hasta bases de datos empresariales hasta plataformas de video virales.

Con sus profundos lazos políticos y rigidez ideológica, esto no es solo propiedad mediática: es monopolización narrativa. Y se usa para sanitizar la guerra, disciplinar el disenso y definir los límites de la empatía permisible.

Los efectos psicológicos de la hasbara: Algoritmos, ansiedad y la formación de la emoción pública

El poder de la propaganda no reside solo en lo que dice, sino en lo que hace con la mente.

La hasbara contemporánea —lejos de ser una reliquia de la Guerra Fría— es un sistema de influencia psicológica altamente evolucionado. Ya no depende solo de controlar medios estatales o girar comunicados de prensa. Ahora vive en algoritmos, diseños de interfaz, sistemas de recompensa y bucles de retroalimentación social.

La hasbara en la era digital no busca solo convencer: busca condicionar. Para moldear la emoción pública, formar reflejos morales, suprimir el disenso e ingeniar la percepción de consenso.

Ingeniería algorítmica de la emoción

Las plataformas de redes sociales curan lo que los usuarios ven a través de “feeds” algorítmicos diseñados para maximizar el engagement —pero estos algoritmos también determinan qué tipo de información se recompensa o invisibiliza. Las operaciones de hasbara explotan esto asegurando que el contenido pro-Israel se amplifique mientras que el contenido pro-palestino se deboostea o suprime.

El resultado es condicionamiento emocional:

Esto forma un bucle de recompensa-castigo:

Cámaras de eco y consenso manufacturado

Cuando plataformas como X y TikTok impulsan un lado de una narrativa política, crean cámaras de eco digitales —entornos donde los usuarios son expuestos repetidamente a un rango estrecho de opiniones, reforzando la ilusión de acuerdo universal.

Esto tiene profundas consecuencias psicológicas:

El resultado no es solo silencio: es distorsión internalizada. Un número creciente de usuarios comienza a desconfiar de sus propios instintos morales.

La espiral del silencio: Silenciamiento a través del aislamiento

Cuando los usuarios ven que el contenido pro-palestino es castigado —por bans, bajo alcance, acoso o consecuencias laborales— aprenden a autocensurarse. Esto es especialmente cierto entre:

Esto se alinea con la teoría de la espiral del silencio:

Las personas son menos propensas a expresar una opinión si temen el aislamiento social o el castigo. Cuantas menos personas hablen, más fuerte es la percepción de que el disenso es raro —reforzando así el silencio.

Este es precisamente el entorno que la hasbara busca crear.

Patologización del disenso

En años recientes, la coerción psicológica se ha movido más allá del feed y hacia el lugar de trabajo y la comunidad. Informes de Oracle durante la guerra de Gaza 2023–2025 revelan un patrón profundamente inquietante:

Esta táctica se inspira en manuales autoritarios: reformular la oposición moral como confusión mental, tratando la resistencia no como una perspectiva política sino como una desviación psicológica.

Agotamiento emocional y burnout

Quizás el impacto psicológico más común de la hasbara contemporánea es la fatiga emocional:

Esto lleva a:

En última instancia, esta erosión psicológica de la solidaridad es una de las herramientas más efectivas de la hasbara. No solo a través de la censura, sino a través del agotamiento.

Infantilizacion de la audiencia

Otra estrategia clave de la hasbara es la sobre-simplificación —enmarcar geopolítica compleja a través de tropos manipuladores emocionalmente:

Este enmarcado emocional infantiliza a la audiencia:

Los usuarios se entrenan no para entender, sino para sentir en la dirección correcta. Y la desviación de ese guion emocional se vuelve socialmente punible.

La hasbara no se detiene en moldear la percepción. Su objetivo último es convertir la percepción en poder —en legislación, financiamiento militar, política comercial y marcos legales que castigan la resistencia y recompensan la complicidad.

En Occidente —particularmente Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Francia— la hasbara ha evolucionado en un instrumento político. Se despliega no solo a través de videos virales o campañas de influencers, sino a través de lobbying, guerra legal, represión académica y vigilancia del sociedad civil.

Infraestructura de lobbying: La sala de máquinas de la hasbara occidental

La extensión más poderosa de la hasbara en Occidente es su infraestructura de lobbying, particularmente en Estados Unidos. Organizaciones como:

…forman una red interconectada que:

Estos grupos no son solo organizaciones de defensa: son ingenieros de políticas, profundamente incrustados en la infraestructura política estadounidense.

Apalancamiento financiero:

Disciplina de candidatos:

Este nivel de influencia asegura que la política exterior estadounidense permanezca bloqueada en apoyo a Israel, independientemente de la opinión pública, violaciones legales o preocupaciones de derechos humanos.

La frontera siguiente de la hasbara en Occidente es la guerra legal —el uso de sistemas legales para criminalizar e intimidar a partidarios de los derechos palestinos.

Criminalización del BDS:

Redefinición del antisemitismo:

Censura institucional:

Vigilancia y policiamiento de movimientos de solidaridad

En paralelo con la guerra legal, los gobiernos e instituciones alineados con hasbara han adoptado cada vez más lenguaje contraterrorista para vigilar e intimidar la organización pro-palestina.

Vigilancia en el campus:

Intimidación de ONG:

Prohibiciones de viaje y revocaciones de visas:

En resumen, el activismo mismo se redefine como una amenaza —no porque posea un riesgo para la seguridad pública, sino porque amenaza el control narrativo.

Guerra cultural: Borrando la legitimidad palestina

La supresión respaldada por el Estado de la solidaridad se refuerza con un proyecto cultural más amplio para borrar por completo la legitimidad palestina.

Represión académica:

Sanitización mediática:

Lista negra cultural:

Resistencia y exposición: Rompiendo la máquina de hasbara

La hasbara prospera en el control: de los medios, de los mensajes, de la percepción. Depende de abrumar el ecosistema de información con su versión de la realidad mientras silencia narrativas competidoras a través de guerra legal, censura y coerción psicológica.

Pero incluso el sistema de propaganda más sofisticado tiene límites —y grietas.

A pesar de la dominancia de la hasbara a través de instituciones occidentales y plataformas digitales, ha surgido una contra-narrativa global. Es descentralizada, nativa digital, moralmente arraigada y a menudo impulsada por aquellos sin poder institucional —periodistas, activistas, artistas, sobrevivientes y tecnólogos comprometidos con contar la verdad bajo el borrado.

El poder del testimonio: Periodismo como resistencia

Una de las formas más potentes de resistencia a la hasbara es el acto de dar testimonio —especialmente en tiempo real.

Periodismo ciudadano:

Reportaje investigativo:

Activismo de archivo:

Soberanía tecnológica: Construyendo más allá de las plataformas

Reconociendo que plataformas mainstream como X, TikTok e Instagram están ahora profundamente comprometidas, muchos tecnólogos y comunidades se vuelven hacia alternativas descentralizadas y éticas. Dos de las más notables son Mastodon y UpScrolled.

Mastodon: Microblogging descentralizado

Mastodon es parte del Fediverse —una red de plataformas sociales descentralizadas y controladas por usuarios. A diferencia de X, Mastodon no es propiedad de un multimillonario, no sirve anuncios y no curra contenido algorítmicamente.

Mastodon no es una solución perfecta —tiene una base de usuarios más pequeña y alcance limitado— pero representa un modelo para infraestructura de solidaridad digital que resiste la captura corporativa y el sesgo algorítmico.

UpScrolled: Noticias sociales centradas en el humano

UpScrolled es una alternativa en crecimiento a las apps de feeds de noticias tradicionales, con énfasis en:

En lugar de usar algoritmos que maximizan el engagement, UpScrolled empodera a los usuarios para elegir lo que ven y seguir curadores confiables, en lugar de marcas o influencers.

En el contexto de hasbara:

Aunque aún emergente, UpScrolled representa un ethos de resistencia digital —donde el feed se convierte en un espacio para la reflexión, no la coerción.

Proyectos de memoria colectiva

La hasbara depende del borrado histórico: de la Nakba, de masacres pasadas, de décadas de desposesión. En respuesta, una nueva generación de creadores trabaja en construir contra-historias que preservan la experiencia palestina y re-inscriben la memoria en los comunes digitales.

Memoriales digitales y arte:

Educación comunitaria:

Incluso dentro de sistemas comprometidos, la hasbara enfrenta resistencia creciente:

Organización universitaria:

Exposición de denunciantes:

Solidaridad global: Reconectando la lucha

Quizás lo más poderoso, la resistencia global a la hasbara está conectando Palestina con otros movimientos de liberación:

Esta solidaridad interseccional hace más difícil para la hasbara aislar y estigmatizar la resistencia palestina. Reposiciona Palestina no como un caso único de conflicto, sino como un punto focal en la lucha global contra el imperio, la vigilancia y la injusticia.

Lo que no puede ser no visto: Verdad, memoria y el colapso del monopolio narrativo

Por décadas, la maquinaria hasbara de Israel operó con éxito notable. Proyectó una imagen estrictamente gestionada: un estado democrático bajo asedio, un ejército moral actuando en autodefensa, un aliado occidental acosado por odio irracional. Esta narrativa no existía solo al lado de la realidad: la reemplazó, filtrándose en libros de texto, titulares, políticas y reflejos emocionales.

Pero las narrativas, como los regímenes, pueden colapsar.

Y en los últimos dos años, ha sucedido algo irreversible.

A pesar de miles de millones gastados en relaciones públicas, campañas de influencers, manipulación algorítmica, supresión legal y captura institucional, la verdad ha irrumpido. No porque se le permitiera —sino porque fue forzada a través de las grietas, llevada por sobrevivientes, documentada por testigos y amplificada por redes de personas comunes que se negaron a mirar hacia otro lado.

Lo que hemos visto en Gaza, en Cisjordania, en Jerusalén —lo que hemos aprendido de denunciantes, investigadores digitales, historiadores, niños y poetas— no puede ser no visto.

Ha cambiado el discurso.

Y nos ha cambiado a nosotros.

El colapso del monopolio narrativo

La hasbara una vez operó con control casi total sobre el discurso dominante en Occidente. No solo ganaba debates: establecía los términos de lo que podía debatirse.

Pero ese monopolio se ha fracturado.

Sí, plataformas como X y TikTok han sido reposteadas desde entonces para suprimir esa ruptura —pero el daño al narrativo dominante está hecho. La hasbara aún puede distorsionar. Pero ya no puede borrar.

Una recalibración moral global

Para muchos, los últimos dos años han servido como un despertar moral:

Hemos visto niños muriendo en vivo en stream, periodistas asesinados en sangre fría, hospitales convertidos en escombros —y las justificaciones se derrumban en tiempo real.

También hemos visto a personas levantarse a través de fronteras, conectando Palestina con luchas globales contra el racismo, vigilancia, militarismo y violencia estatal.

Esto no es un momento pasajero. Es una recalibración moral —y la hasbara no tiene algoritmo lo suficientemente poderoso para revertirlo.

Memoria como resistencia

En el corazón de la hasbara hay un objetivo simple: borrado.

Y así, el antídoto —el acto más radical— es recordar.

Archivar. Citar. Testificar. Enseñar. Hablar, incluso cuando es impopular. Especialmente cuando es impopular.

La memoria no es pasiva. Es un arma. Una que no puede comprarse, enterrarse o marcarse fuera de la existencia.

El trabajo por delante: De la resistencia narrativa al cambio estructural

Exponer la hasbara es solo el primer paso.

La tarea real radica en:

Debemos preguntarnos no solo qué verdades vemos ahora —sino qué responsabilidades esas verdades imponen sobre nosotros.

Lo que ha sido visto no puede ser no visto

No hay vuelta atrás.

Las imágenes están quemadas en la línea de tiempo de la conciencia global. Los nombres de los muertos viven en nuestros feeds, nuestros poemas, nuestras protestas, nuestras políticas. La historia ya no puede reescribirse en tiempo real sin resistencia.

El colapso del monopolio narrativo no es solo una historia mediática. Es una historia sobre qué tipo de mundo estamos dispuestos a habitar, y si estamos preparados para verlo claramente —incluso cuando esa claridad nos cuesta comodidad.

Y una vez visto claramente, no podemos no verlo.

Una vez oído, no podemos pretender que éramos sordos.

Una vez aprendido, no podemos volver a la ignorancia.

Referencias y lectura adicional

Libros y fuentes académicas

Reportaje periodístico e investigativo

Documentos oficiales y filtraciones

Estudios de plataformas y análisis tecnológico

Recursos legales y de derechos humanos

Recursos activistas y educativos

Listas de lectura adicional y archivos curados

Para investigación de archivo y a largo plazo

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